La
autolesiones no son llamadas de atención ni implican necesariamente
ideas suicidas.
Yo
recuerdo por qué lo hacía y había una frase que siempre me
repetía, quizás como excusa, quizás para lograr entenderme. El
dolor con dolor se va. ¿Pero desde cuándo es así? ¿Desde
cuándo tienes que pensar así? Son preguntas que aún no encuentro sus respuestas, pero, os aseguro, que las encontraré. Pensando en
esa frase no la veo ni como excusa ni como algo para entenderme. Si
os soy sincera aún creo en esa frase, pues sí se cumplía cuando lo
llevaba a cabo.
Y
os preguntaréis cómo he logrado dejarme de autolesionar, al final
se vuelve una adicción y una adicción muy fuerte. Os pondré en
contexto y responderé a esta pregunta.
Yo
llevaba autolesionándome desde los 9 años y ahora tengo 26, sí,
desde los 9. Era muy grande el dolor que sentía hacia situaciones
extremas que vivía. Por lo que me di cuenta que al golpearme o
cortarme me centraba tanto en el dolor físico, que el dolor mental
desaparecía o menguaba. Mi historia continuó y cuando ya había
intentos de suicidio y más autolesiones, porque la situación no
mejoraba, mi vía de escape, eran esas conductas, me salvaron, me
salvaron de verdad. Me sacaron de golpe a un mundo lleno de pocos
peligros no como el que vivía yo.
Y
podrías creer que entonces encontré mi lugar y otras vías de
escape, pues rompiendo tu idea no fue así, al contrario, las
autolesiones crecían, juegos con la comida e intentos de suicidio
era diario, era mi día a día. Y era diario porque no veía las
consecuencia, no veía que estaba muerta en vida, no veía que estaba
matando en vida a los que me querían, pero no veía ni siquiera que
me quisieran y yo me odiaba tanto que solo quería verme sufrir.
Te
aseguro que agradecía a aquellas personas que me salvaron y a día
de hoy les quiero más que a mí y eso que me quiero, pero en esos
momentos solo pensaba en mí y en querer desaparecer, más bien en
dejar de sufrir.
Fui
cambiando de lugares, de situaciones y al final volví a situaciones
extremas con gente que no me quería y me destrozaba.
Pero
entonces, a mis 25 me di cuenta, un poco tarde, que no tenía que
odiarme a mí, ni a los demás, pero tampoco debía seguir con quien
me hundía. Y entonces ocurrió, ocurrió un pequeño cambio, empecé
a autolesionarme menos, empecé a ver el sol y cuando creía
que la situación la controlaba volví a caer.
Unos
meses después, ocurrió lo mejor que me ha pasado en mi vida,
me volvieron a sacar, me volvieron a salvar, me hicieron mirar con
perspectiva y vi las consecuencia de mis actos, miré al miedo
a los ojos mientras me sostenían y ese fue el mejor momento de mi
vida, lloré mucho, aguanté mucho dolor, pero aprendí que había
otras vías de escape, entendí que el dolor con calma se va, y que
si te dejas ayudar podrás ayudar y dejar de sobrevivir.
Solo
me queda agradecer que llevo un año y medio limpia, queda agradecer
a aquellos que me salvaron aunque realmente me salvé yo , como ellos
dicen, pues no puedes ayudar a quien no quiere ser ayudado.