Nos amamos, y convocamos al sol y al arco iris.
Convocamos también a la luna creciente
y a la tarde menguante, hasta caer en un fresco
montón de heno, enredadas nuestras mentes y nuestros cuerpos,
y atados fuertemente nuestros miembros.
Seguramente, fuimos solo deseo.
Ana. Á.
20/03/2025
Que poema más tierno!!
ResponderEliminar