¿OTRA VEZ?
Cuando Menelao peinaba sus cabellos, notó consternado como
unas incipientes puntitas de cuernos, estaban brotando de su cabeza. Estremecido,
volvió a la habitación, donde debía estar todavía acostada Helena, su querida
esposa. Pero su lado de la cama estaba vacío. Recorrió la casa presa de la
angustia, e intentando calmarse, se dijo que, si se había marchado por propia
voluntad, en algún lugar visible de la casa, debería haber una nota de ella
explicando las razones de su decisión.
Pero por más que buscó y rebuscó, no había ni rastro de su
esposa, ni ningún mensaje, escrito ni tecleado en el ordenador o en el móvil.
Menelao estaba sorprendido, y también preocupado. Bueno, lo de los cuernos,
debió ser una falsa impresión, medio entre sueños y acabado de despertar, pero
instintivamente, tocó su cabeza y notó las dos pequeñas y acusadoras
protuberancias.
Cuando volvió a la habitación, caían como del techo una
especie de diminutas virutillas brillantes, que Menelao reconoció enseguida:
¡Era la estela de Paris!
Menelao de pronto lo comprendió todo: otra vez se repetía,
después de varios milenios, el sibilino y traidor secuestro de su amada Helena,
por parte de su eterno enemigo, Paris.
Menelao se sentó, irritado y aburrido, en el borde de la cama,
y decidió que ninguna mujer valía el comenzar una segunda Guerra de Troya.
Autora: Ana
Enhorabuena Ana. Podría ser el inicio de una Ilíada contemporánea.
ResponderEliminarNo está mal algo de mitología.
ResponderEliminarPobre Menelao. Buena fábula. Somos unos cracks.
ResponderEliminarA ver si hay más igualdad entre hombres y mujeres.
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