Una presencia acude a mi cuarto,
en mi duermevela
no es de este mundo, no late,
no se parece a nada ni a nadie.
Es un aspirador de mi energía
y me deja sin fuerzas,
por más que no quiera, seguirle la broma
así me domina y de mí se apodera.
Me causa tremendo pavor en la noche
hace que me espante y que ya no duerma.
Hace de mi vida ajeno derroche
y de blanco miedo, sensación intensa.
Como arma útil, me vale el poema
tengo preparados doscientos cincuenta.
Ana Á.
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